sábado, 17 de diciembre de 2011
el eterno intento
Y sigue intentando conseguir otro paso, pero ya ni tan siquiera detecta si es un problema locomotor o sensual. Me quita el sueño ver cómo la gente se pasa la vida intentando cosas. Intentando ser lo que nunca será, intentando parecerlo, intentando robar papeles para los que no han ensayado, intentando ser, intentando, dudando. Me quita el sueño ver el talento desperdiciado por falta de constancia, me quita el sueño que ellos tengan los medios que nosotros no tuvimos, una decena de años cambiaría esta historia somnolienta y haría mi despertar más gozoso. Sin excusas pero mucho cansancio, bendita pena de cansancio sería...
¿Por qué se llenan de excusas? ¿Por qué lo hacen? Creo que pasan más tiempo en las redes sociales que en conseguir luchar por sus propósitos para luego dejarse llevar por alguna brisa floja que aparenta lo que no es. Ellos lo sospechan pero esa brisa alienta al que no quiere forzar sus límites o simplemente ni siquiera los vislumbra.
Ahora hace ya cinco años que dejé la ciudad de los gatos. Malavarismos de valentía para dejar de oir tus sirenas, familiares, alentadoras, cómodas, mías. Ha sido bonito encontrar juventud y no tanta llena de vida y aliento en otro punto. Ha sido una pena ver estancos de agua en idéntico sitio donde los dejaste. Esta ciudad es bella en sus paseos, en algunos viejos y en algunos jóvenes, es preciosa en el amor y hasta en el desamor es diferente, más vívida, pero sigue siendo más cobarde, mantiene a la gente sin comunicarse, dejando las cosas pasar, haciendo como si así se borrasen los errores o las huellas. Sigue habiendo demasiados cobardes dentro de una tierra que quiere reivindicar algo que no le pertenece. Preciosa ciudad de saludos y andares, caras y sonrisas, encuentros diarios, comunicación cerrada. Quizás en la ciudad de los gatos sea más difícil verse y por eso los momentos se aprovechan más para decirse las cosas, sin ocultar, sin cortesías porque al final todos somos comunicación si lo queremos ¿Lo deseas? Demuéstralo sin esconderte en la arista de otra excusa, con tus palabras o con tus puños.
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